1ª de cuá

Dos personas escriben en este blog (queda indicado quién escribe qué al inicio de cada entrada): Titolino y Titolina, pretendemos contar estados de ánimo, recuerdos, pequeños momentos, fantasías y deseos. Bienvenidos los que sienten de verdad o los que guardan un pequeño espacio dentro para hacerlo algún día... ***Textos e imágenes registrados en la Propiedad Intelectual. Prohibida su reproducción total o parcial sin el permiso expreso de los autores***

17 agosto 2006

Urbanomio.


"Desconcierto" (composición.2). Mogu (mamá de Rumbita).
Granada.2006


Titolino a.k.a Hate paraguas.


“…, vengo de la Selva negra.
Mi madre me llevó a las ciudades
estando aún en su vientre.”
B. Brecht.


No es un buen día para un mal poeta, el silencio mental es atronador.

Ha llovido en la ciudad, como si todos nuestros gritos de plegaria se hubiesen escuchado a la vez.

La gente corriendo en Gran Vía, atrapados entre redes metálicas, por las que llevamos circulando desde hace tiempo. Su mirada iba más allá de lo desgarrador; las fauces de los conductores, atrapadas tras las ventanillas.

De un lado a otro, el barro saltando; barro sucio del Centro.

¡Sirenas!, no quiero oírlas cerca; alguien está jodido.

Salgo del trabajo en plena hora punta ; y los zapatos recién embetunados se van desmoronando en el aire, a cada paso, hasta caer al suelo.
Fumo un cigarrillo húmedo, sabe a rayos.

¡Quiero salir de este parque acuático infernal, a lo cine yanki cutre!; ¿Por qué hoy…?

Algo hace que solamente me fije en lo feo: las cacas de perro aguadas, guiris con la cara rosa espantada, una paloma con el ala rota.
Tan solo quedan tres calles para llegar a casa.

Un tipo grita desesperado, con una violencia desconcertante, a la nada; la locura existe en las ciudades.
Al cruzar la esquina, encuentro un gatillo dormido en mitad del asfalto; me detengo a verlo, puedo hacerlo y eso me preocupa. No he sentido nada, excepto a Rumba buscándome las cosquillas.
Giro la mirada, cinco pasos, una señora mayor ha salido de un callejón de Elvira, vestida de luto riguroso a la antigua, con un paraguas negro; me ha mirado y ha aligerado el paso, tenía miedo en sus mejillas.

Todo esto en menos de un cuarto de hora, para quien sienta lo que esta fracción se ha llevado, es inquietante.

En las ciudades, esos lugares fortalezas, donde todo está controlado, es metódico; con una simple tormenta de verano, la ciudad se rompe con cada gota. La gente enervada en su rutina, enloquece.

No se si soy un exagerado o un mal poeta, posiblemente ambas cosas, pero os aseguro que he pasado miedo. Miedo de ver cosas carentes de esa belleza con la que nos han querido educar.
Lo que me ha hecho reflexionar sobre lo ambiguo que este término resulta, dándose, o no, en el hecho y forma material.

Son las seis de la tarde, ha salido el Sol, el aire no es limpio, el barro empieza a oler.
La gente camina más calmada; es esa cosa que tienen las ciudades, son capaces de decir:
“Aquí no ha pasado nada”, en voz bajita sin exclamación. La vida sigue, mañana más, dadme vuestro dinero, como locos venid a mi, no os daréis cuenta.

Lo he visto otras veces, las manos laten, Balada del pobre Bertolt Brecht:
…De las ciudades solo quedará el viento que pasaba por ellas.

Y después nubes de papel.

1 Comments:

Blogger chá said...

Bertolt lo es todo.
Whitman y Virginia también.
Shakespeare a veces.
Y nuestras mamás.

Teo odio de cinco a seis.

Muá,

***Titolina literata**

10:53 p. m.  

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