Vidas desenfocadas.
*al habla titolina*
- No entiendo nada - dices.
- ¿qué no entiendes?
- Los comportamientos de la gente, los esfuerzos para nada, el sentir y saber que has hecho el gilipollas, que has dado todo para nada. Me duele querer. No quiero querer más.
- Gracias por la parte que me toca...
- ¡Tú vas aparte, gili!
- De todas formas, cuando dejes de querer y te conviertas en un armario me avisas, que me vienes muy bien al lado de la encimera.
Sonríes.
- Puedes meterme bebidas dentro. Y una maceta. Todas las que quieras. También me puedo convertir en otra cosa si quieres.
- Ok. Me da igual en lo que te conviertas. Como si eres un león. yo te pondré al lado de la encimera- y me lanzo de un salto a tu espalda.
- Es que es una mierda - me dejas en el suelo - me siento estúpido.
- No te sientas estúpido. Te queda el consuelo de que has dado lo mejor de ti. No puedes pretender que todos lo entiendan, ni tan siquiera que se den cuenta. Te queda el consuelo de saber que, al menos tú, no te has censurado. No estés triste.
Te disfrazas de "humano normal" y te vas a trabajar. Nos despedimos prometiendo que volveremos a vernos pronto. Y ambos nos vamos pensando en nuestras vidas desenfocadas. Es como ver la parte de la vida superficial borrosa, en un segundo plano, es como que sólo ves claro lo que es invisible a los ojos, como el Principito, sólo ves claro los sentimientos puros.
Sé que a veces voy muy a lo kamikaze. Pero no sé por qué es tan difícil de entender que prefiero quedarme con lo que de verdad importa, que intento pasar rápido todos los convencionalismos y quedarme con el alma de las personas. Sé que voy muy rápido. La espera me impacienta demasiado. Me impacienta conocer a alguien y saber que quiero que esté en mi vida para siempre, y no poder decirlo, porque asusta, y huye, o peco de sentimentaloide. Sé que es un gran defecto el mío, el de ir rápido.
Supongo que por ir rápido haré huir a Vir. Supongo que mis preguntas están fuera de lugar o no quieres responderlas o te dan miedo. Supongo que es difícil decirte que me importas sin que eso te asuste, pero es la verdad, y a veces se me olvida ir lento. Pero es que no todos los días se tiene el honor de conocer a una Virginia Woolf.
Lo siento. No quiero asustarte.
Mientras divago entre todos estos pensamientos, cambio de rumbo. Ya no cojo la maleta ni pillo el bus. Espero a que salgas de trabajar y te quites el disfraz de "humano normal", porque no puedo dejarte pensando en dejar de querer a todo el mundo...
Al menos si yo puedo hacer algo por evitarlo...
- ¿qué haces aquí? - preguntas sorprendido.
- Es que tengo una duda. No sé si quedas mejor al lado de la encimera o en el salón.
Pienso en las muchas personas importantes que hay en mi vida. Pienso en lo mucho que me han aportado y enseñado, en los grandes momentos compartidos.
Sonríes y me abrazas. Pensándolo bien, no está mal esto de las vidas desenfocadas. Así que sonrío yo también... De repente, se me ha olvidado por qué estaba triste.
( Titolino y Vir, os quiero a los dos...)
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