Delirios de marihuana.
Titolino a.k.a Sobre la cama de una habitación de hotel
“Oculta conciencia de no ser,
o de ser en un estar que me trasciende,
en una red de presencias y de ausencias,
en una fuga hasta el punto de partida:
un cerca que está tan lejos, un lejos aquí.
Un ansia de estar y de temer
la semilla que de ser se sorprende,
las piedras que repiten las cadencias
de la ola siempre nueva y repetida
que en este espacio curvo de ti viene.”
J. Saramago
A las cuerdas de tu guitarra.
“Amanece cuando la noche llega
a la ventana de un hotel en Las Vegas,
el amarillo se confunde con los últimos neones
encendidos para arropar las almas tardías,
susurros baldíos sobre el ir y venir
de una botánica que toma precio
en algunos callejones; química doméstica.
Una botella de Sangre de Toro
para abrir la cerradura de mi precaria economía,
una canción que haga mover esta habitación
pagada con el resto de las monedas.
This is the End de los Doors,
el ventilador gira y gira,
el tacto agradable de las cortinas blancas
sobre la piel fría que se gira y mira dentro
el pentagrama que se eleva
por el paso de tus dedos por mi espalda;
los imito con todo el respeto
hacia lo que sientes al hacerlo.
Mis brazos no son cadenas si quedan extendidos
tranquilos sobre tu cuerpo
tan bello como este de Saramago
que me llevó a escribirte este poema
sobre los naturales campos orientales,
el olor de sus flores; rico naranja emocional
que en ellos plantas.
Recordar aquel unplugged de Nirvana,
tumbado en mi cama, primeras e inocentes
alas pensativas de un adolescente que volaba.
Como decirte que te quiero
cuando logras cosas como esta,
das vida por donde pasas, eso lo sabe tu alma.
Rock and roll a toda ostia,
adrenalina y vida cuando besas,
te deseo buen viaje durante toda tu vida,
guitarra eléctrica que no se apaga,
Jimi Hendrix es el ángel que te guarda
desde una nube rizada en el sueño más naranja.”
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