En la puerta del Botánico
****Titolina ultrasónica****
A veces creo ver,ver cómo vendrás,vendrán detrás de mí.
Envuelta en una música,volando en una brisa de trompetas,soñando, flotando sobre el mar en mi cabeza,cantando, bailando y gritando que jamás me dejarás.
Las noches en el bar.El mar detrás de ti.Esta vez es de verdad.
Escrita en una página cursiva de una prosa de madera,sin rima, grabado en mi memoria como en piedra.Brillando, llamando, envuelta en una música especial.
¿Dónde están los días y ese azul?Di un lugar donde estés tú,que si el azar nos va empujando hasta el final, sólo habrá casualidad.
La casualidad nos va a alcanzar,nos va a salvar y a matar.
A veces creo ver,ver como vendrás chocando contra mí.
De las sombras de tu corazón fingiré que he sido yo.¡Que no!
Que si al final nos va empujando sin querer ese azul no va a volver.
Ese azul nos va a alcanzar.Ese azul nos va a salvar.Ese azul nos va a alcanzar.
Ese azul nos va a matar.
...Iván.
Los días azules van y vienen, de una vida a otra, y, si quieres, me haces una canción que se llame Fotogramas y cuentas todo lo que pasó ayer. Pero mientras, elige una nube entre todas las que te observan, y dibujala en alguna pared, hasta que la muerte de un poema en la pared del Botánico te detenga.
Intenta comprender mi estado, intenta derivarlo hacia la poesía pura o intenta derribarlo entre disertaciones de la más confusa metafísica. Pero no me pidas que ponga aceite en el engranaje, no me pidas que deje de escribir a impulso y no rebusques dónde está la mentira o la maldad, jamás la hubo.
No sé, ese poema muerto en el Botánico me pone triste, igual que hacerle una mueca a un niño me divierte, entre medias, creo que encontré el sentido de la vida, y, cuando me quise dar cuenta, se me vino a la cabeza mi profesora de pre-escolar quitándome uno de mis tesoros para dejarlo en la caja de los objetos perdidos.
Otra vez.
Allí se pudre, allí se olvida, allí se muere todavía, como muere esta idiotez sin sentido alguno ¿tú también has olvidado todo? ¿lo has dejado morir, pudrirse? ¿es posible?
Me cuesta tanto creerlo...
Que personas que deben estar cerca, siempre estén lejos, más lejos que la distancia...
Quién lo entiende, quién entiende un deseo que te destina a ser infeliz de por vida. Desear es sinónimo de tristeza demasiadas veces, y de golpe, mira dónde estoy, haciendo fotos con una lija del seis para alguien que no pueda verlas.
Si lo consigo, te haré un retrato, que no puedas ver.
Las fotos, o lo que queda... miles de posters por la calle, todos con mi nombre al lado de tu foto. Todos sin sentido. No puedo mirar.
Una llamada que te hace feliz durante el resto del día. Planear un viaje contigo y poder llevarlo a cabo. Hablo por ti y por ti y por los que alguna vez frenásteis alguna lágrima con una sonrisa.
Por qué ya nadie me canta nanas con nariz de goma, por qué no hay palabras por inventar ya.
No entiendo que sentimientos que están unidos para siempre se omitan en un maléfico silencio.
No entiendo caminar sin la libreta, no encuentro a alguien con quien sentarme en una plaza a escribir las cosas que nadie ve y que un ojo atento adivina.
No entiendo que ir al Plaza sea imitar a los que no se conocen, que tomar un café sea mirar a un lado y al otro, que haya sentimientos que se "exhiban" por... (no me vendas, no te vendas)
No entiendo dónde está la gracia de gastar el tiempo sin ti.
No entiendo lo difícil que es no contaminarnos.
No entiendo tu foto.
No entiendo qué todas las excusas que pongo encerrada en un cuarto de baño cualquiera, para no llorar.
No entiendo nada, debo ser la más niña más tonta del colegio.
Porque yo, no entiendo que mueran los poemas en la puerta del Botánico.
("¿dónde estás? no te veo, es mejor, ya lo entiendo...")
Etiquetas: Titolina
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