GRAVEDAD (EPÍLOGO)
Tuve fiebre cuando grité tu nombre y tuve fiebre cuando canté a un verso inmóvil las verdades de mis sueños, algunas veces me rompo en trozos muy pequeños y otras, qué quieres que diga, me subo a pintar.
Las cosas pasan por aquí porque no tienen remedio y, si ahora resulta que me cuentas como cuadran tus cuentas, es gracioso lo inútil del despiste, sabor idiotizado de personas no menos endebles.
Menudo desparpajo gritar más alto, subir un peldaño y tirarse de los pelos boca abajo en un rincón de tu memoria que, quién sabe si estás dispuesta a borrar, aún descanso en una hamaca sin tu idea de las palabras que se duermen por las tardes al sol.
No se puede ser más fuerte, cada comprimido contiene mesalazina y excipientes, casi inapreciables.
No se puede apreciar bien la luz si es artificial. Caigo en redondo hacia la gravedad del cuadrado, hacia la cuadratura del círculo del Palacio de Carlos V. Algún día venceré a la gravedad como he vencido al tiempo y a los sueños imposibles.
“Nunca seré del tiempo aunque en el tiempo viva” ¿recuerdas? Es la gravedad que me une a ti, la misma que me separa.
El silencio hizo que mi único objetivo fuera llegar abajo.
Más abajo, más adentro, más pesado…
GRAVEDAD.
Etiquetas: Titolina
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