Sin pena ni gloria
Claro que te escucho, claro que intento entenderte, claro que está bien, claro que te lo cuento, claro que todo esto acabará algún día en alguna gran conversación, pero primero tendremos que darle una forma a las palabras, más o menos geométrica, antes de que nos ciegue tanto silencio o se nos apague la sintaxis, claro que está vivo, claro que está muerto, claro que todo se acelera de vez en cuando, claro que escribo lo que pienso, claro que me acuerdo, claro que me acuerdo.
No sé si estoy tocada y quiero hablar contigo frases sin sentido, o el hecho de decir frases sin sentido me hace estar tocada. No sé si es un quiero y no puedo o nos equivocamos cuando enterramos la primera piedra, no sé dónde está el tiempo, pero quiero verlo de lejos siempre, no sé si es lo correcto, no sé si caigo y me levanto o nunca estuve aquí, como un encefalograma plano o traumatismo cráneo-encefálico.
No sé dónde están las conversaciones cuando quieres decirle algo a alguien, o gritar al viento, dónde están las palabras cuando necesitas escucharlas, no sé si alguien lo entiende, si alguien me entiende o si, sencillamente, me miran y siguen su camino.
Sin pena ni gloria, palabras se retuercen entre frases oxidadas. Tal vez se haya gastado todo lo que al mundo le puedo decir.
A veces, la compañía me hace entender que, en el fondo, no hay nadie que entienda mi idioma.
Etiquetas: Titolina
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