1ª de cuá

Dos personas escriben en este blog (queda indicado quién escribe qué al inicio de cada entrada): Titolino y Titolina, pretendemos contar estados de ánimo, recuerdos, pequeños momentos, fantasías y deseos. Bienvenidos los que sienten de verdad o los que guardan un pequeño espacio dentro para hacerlo algún día... ***Textos e imágenes registrados en la Propiedad Intelectual. Prohibida su reproducción total o parcial sin el permiso expreso de los autores***

11 septiembre 2006

In The Ghetto

*****Titolina rinde homenaje****




"Estop", obra del hombre al que se le regalan los muebles cuando "están pa' tirarlos". Al fondo, de blanco, mi casa, primer piso. Lo que hay entre medias de estos dos puntos, mi barrio...


Las vistas desde mi balcón, una tarde de otoño...

Mi barrio huele distinto, según convenio; las tardes de otoño a poesía, los veranos a basura (porque aquí no llegan nunca los que limpian los contenedores), a final de mes a azúcar requemada de la Azucarera, los sábados a azahar, que es el olor del suavizante que todas las madres compran en La Dori o en El Cano, y que todas las madres ponen en la lavadora cuando lavan las sábanas, al ritmo de Radiolé; los miércoles a fritanga, que es cuando mi vecina hace croquetas, y, de vez en cuando, a cuerno quemao, cuando al que vende naranjas guasintonas se le recalienta el motor de la furgoneta.

Pero los días que mejor huele es, sin duda, cuando llueve.
Es cuando sales al balcón y todo está lleno de las cacas de las palomas que han caído del tejado. Si las pisas, te resbalas, y caes en más cacas. Es algo que hay que saber para ahorrarte malos ratos.

Una vez, nevó, y fue tal el acontecimiento que nos dejaron salir del cole para hacer muñecos de nieve en nuestros balcones. Claro, no había nieve para tanto, así que nos conformamos con lanzarle bolas a Francisco Javier.

Mi barrio se despierta a las seis de la mañana, cuando suena la sirena de Santana. Suena igual que un toque de queda, pero a nadie le da miedo, y al cuarto de hora ya está medio barrio dándose los buenos días de camino al trabajo.

En el Picoteo es donde se compran las chuches, en El Cisne no, porque siempre tiene las chuches caducadas con la excusa de que lo quiere traspasar. Antes se compraban en la Oca, bueno, unas se compraban y otras se robaban (porque Pepe se hizo el tonto hasta que el Gafas le robó el Stand de los periódicos-por ahí no pasaba, no señor-) y mucho antes de eso, se compraban en Chupilandia, que estaba separada de la pescadería de “Encarna la Pescaera” (toda una institución) por una cortinilla fina, volátil, sublime;con lo cual, todas las chuches olían a pescado:

- Encarna, este pescado no me lo tienes muy fresco- decía mi madre mientras yo cogía Gusanitos.
- Está fresco, ¡¡como una rosa!! – decía Encarna la Pescaera.
- Anda, Encarna, si estas bacalaíllas las tienes desde el jueves! – decía la abuela de Mónica.

Después de muchas inspecciones de Sanidad, ahora Encarna la Pescaera va a montar un club de jazz. Así de cool.

- Que ya me he cansao, Juani, que la tienen tomá conmigo…- Alega.

Antes de Chupilandia estaba la AnaMari, con sus tortas y su onza de chocolate por cinco duros.

Mati le hace los trajes de bodas, bautizos, comuniones y fiestas de guardar a todo el vecindario. Te mira, te dice que has engordado pero que estás muy guapa, te pone cuatro telas por encima y te monta un traje. Así de fácil.
Claro, que luego le entra un nosequé y te lo regala, y tú acabas regalándole otra cosa; porque eso sí, en mi barrio hay que ser altruista, y si haces croquetas (aunque sean las requemadas de mi vecina), tienes que hacer una fuente, que te dé para todos. Las horas y horas que se pasa mi madre haciendo pisto y salmorejo tamaño industrial sólo son compensadas con el pastel de manzana de Loli, El Bizcocho de la madre de Teresa, las torrijas de Manoli y los canelones de Nohelia. El trueque aún existe y va para largo.

Hay tres instituciones itinerantes en mi barrio: Teresa, el Huevero y la Milagritos. Teresa va alimentándose casa por casa, y luego aún le quedan fuerzas para repetir. Así es desde que el mundo es mundo, y es que, querida Ravalera de mis amores, a lo tonto a lo tonto,no veas lo que tragas.

Luego está el Huevero. Da igual que tengamos un Mercadona debajo de casa, los Huevos y la Leche del día se le compran al Huevero, como manda la tradición, es como ir a cortarse el pelo a una de esas peluquerías de disseny que han puesto por aquí y dejar de ir a que te lo corte la madre del Titolino, porque, lo importante no es el corte en sí, sino enterarte de que al parecer al hijo del Ariza el de la Carnicería le va mal con la novia y que el Webster está “mú centraíco”.

Y luego está la Milagritos, conocida por La Virgen Milagrosa por las beatas del lugar. Y es que, Milagritos, muchos milagros en el barrio no ha hecho, sólo una vez que a Pedro le tocó algo serio en el Bingo, pero es que si no la tienes en tu casa unos días, ¡ay de ti!
La Milagritos viene en un armario con una hucha, tú le abres el armario para que salga de él y fluya feliz, en una metáfora de la vida, especialmente el día del Orgullo (cumple de mi hermana y hay que hacer gazpacho), ahí está nuestra Milagritos, tan lesbiana como la que más.

Le echas el suelto que te ha sobrado de comprar el pan en la Noemi(la bollera de mi barrio), te haces fotos haciendo unas gracias con ella(con la Milagritos, con la Noemi no que te arrea una hostia), la casas con la Nancy Superstar, le quitas el pico que te falta para el paquete de tabaco y luego miras en la parte trasera del armario, que pone la lista de todos los domicilios por donde pasa (también conocido como “Milagritos`World tour’06”) y lees:

“Isabelita”

y a Isabelita coges y se lo llevas. Y te despides de la Milagritos como el cuerpo te deja. Le das dos besos a Isabelita y a continuación le subes la compra. Ella te da veinte céntimos (- “es que con la pensión no me llega pa más, hija mía”), tú los rechazas hasta que se enfada y te da los veinte céntimos y un yogur “que se le va a poner malo”.

Y así vamos, supliendo las bajas (Guardaesquinas, Pedro, Papá y sus Vespas, Rosa la gitana…) con nuevos nacimientos (Irene, Carla…); esperando al "afilaor" los viernes con su flauta entrañable(tiruriiiii tirurí), y yendo a comprar a la Mocos las batas y los sujetadores…(es la Mocos Fashion Wear, y quien no tenga unas bragas Yon Yi y un pijama de osos que dicen "Happy Dream" no merece vivir) . Mi barrio es un pueblo dentro de una ciudad, en el que los comercios tradicionales pueden subsistir, (excepto Chupilandia por otras razones), y donde todos somos una gran familia, especialmente en Navidad, cuando jugamos al bingo y bailamos el "Saturday Night", conocido por "sararinai"; y en verano, cuando un sector rebelde corta la calle principal “pa poder sentarse a la fresquita”

Y yo, antes de irme, me paseo por sus rincones comiéndome una bolsa de pipas, observo mis dibujos en las paredes desde la infancia hasta ahora, entierro bien mis tesoros, y me despido de vosotros mientras sonrío cuando veo en la ventana de La Sules eso que pone:

“Francisco Javier Feo”

o cuando paso por el callejón y observo, casi inperceptible ya:

"Raquel Depósito" (con su dibujo del depósito correspondiente)


Este es mi rincón favorito del mundo, y tú, Titolino, lo sabes mejor que nadie, por eso a ti, y a todos los demás de esta gran familia, va dedicado este laargo blog. Gracias, por hacerme sonreír cada día con la belleza de lo simple, y por darme la infancia más feliz que se me ocurre. Nos vemos in the point (el contenedor que está en el centro del barrio)

Os quiero.


"-Perdonen, sólo pueden pasar familiares.
- Ah, pues pasamos todos.
- ¿ todos...son familiares?
- Sí, somos sus vecinos."

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2 Comments:

Blogger chá said...

Lagrimillas al sentir cada palabra.
The ghetto, tres cuartas partes de mi carne.
Late en morse mi corazón.
Escribo Oda a las mujeres de mi Barrio, tan grande como la palma de una mano.
Claro que somos Familia, si en tu casa no hay pan y aceite, ya son dos casas donde hoy se va a comer pan y aceite.
Dios tenga en el cielo una plazoleta de nube para los que se fueron.
Como explicar esos besos en el portal número 2, el trayecto al 21.

Ata a tu perro que a la que ladre lo mato; que aquí las mamas hablan,
los papas callan y los nenes aprenden.
Si te pregunto de donde vienes, te doy as gracias por traer tanto y a tantos al salón.

Un besito de portal, de esos que requieren de la perfecta colocación de tu barbilla.

Titolino aka Fat boy.

8:05 p. m.  
Blogger chá said...

te quiero, perrito feo.

He decidido hacer blogs para informarte de las novedades del barrio, porque yo lo valgo y pa que te empapes de lo que pasa por aquí.

¿qué te parece?

12:20 a. m.  

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