Sombrerero sumergido en la retórica.
J. Keats
cosecha para el invierno,
corazón desterrado por latir demasiado.
Infortunio,
nos cambiaron el oxigeno por aire negro,
ventisca marrón de verano,
paraguas volando,
no hubo tiempo para cogerlos por el mango,
los ojos pudieron volar al contemplarlo.
Mañana de silencio,
un pájaro posado sobre el cable del teléfono,
las almas de mil niños aparentemente dormidos,
llorando por dentro,
mal ensueño.
Y es así como nos dijeron que tendríamos que hacerlo,
manual del desconsuelo para poetas románticos,
aullido de perro ante los destellos,
la tristeza bien vestida posa para algunos;
otros la desnudan,
pintan cuadros futuros,
acrílico en rojo vivo.
Busco un bosque,
una sombra húmeda,
un abrazo que no quiero para guardarlo;
imagino un paraíso en algún lugar del cráneo
con forma de barco velero,
mascaron de proa convertido en seda
antes de que llegue la carcoma
con sus suavidad inasible.
Calada de marihuana,
sombrerero sumergido en la retórica,
Alicia descubre el agujero,
conejo enloquecido corriendo por el pasillo.”
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