La Quilombo huele a muerto.
Titolino a.k.a Otra copa de más.
“Son curiosos los actos de los humanos cuando se miran sin mirarse”
Ya está bien. PARAR.
Esta semana las calles de Granada son el maldito vicio. La gente súper suelta de un lado parar otro con yo que se que movida de ponerse hasta el culo y acabar la noche lo mejor que se pueda.
Mujeres y hombres en este estado es cuanto menos un cómic muy muy Under.
Los único que me faltaba en plena disipación catársica son una panda de Linarenses viciosos en el salón de mi casa con la nómina recién cobrada.
Como me pierdo…es preocupante.
Una y no más Santo Tomas, una vez y otra repitiéndolo desde hace mucho tiempo.
La sala Quilombo olía a muerto, todos los de allí muy puestos, los cuerpos sudando, copas y copas derramándose, billetes en la barra mojada y ese olor a sexo buscándose,
las miradas negras.
Dios me tuve que salir de allí, los jardines del Palace lo saben; a esas horas hay que tomar el fresco o no formar parte de aquel aquelarre.
Tengo 23 años y las salas ya me están cansando, los hombres de las salas, las mujeres de las salas.
El alma me ha mandado un llámame que no tengo saldo, tengo cuarenta céntimos, no me da para ir a una cabina; prefiero ir a su portal para darle un beso.
Estos tres días mejor ni los recuerdo, las escenas vienen cuando estas trabajando y puff, que no somos ninguno tontos.
Picatore dando vueltas por todos lados, se basta y se sobra; mi hermano Antonio sepa Dios lo que se le pase por la cabeza, Juan Luis y su medio kilo, el Gringo ha salido a la calle; y yo pidiendo en la barra, manteniendo un dialogo bastante interesante con una chica…
Cuando el cuerpo y la mente os de el aviso cuando menos lo esperéis, hay que hacerles caso.
Se despide un resacoso que se acaba de afeitar.
Que la noche os acompañe y no os enjaule.
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