1ª de cuá

Dos personas escriben en este blog (queda indicado quién escribe qué al inicio de cada entrada): Titolino y Titolina, pretendemos contar estados de ánimo, recuerdos, pequeños momentos, fantasías y deseos. Bienvenidos los que sienten de verdad o los que guardan un pequeño espacio dentro para hacerlo algún día... ***Textos e imágenes registrados en la Propiedad Intelectual. Prohibida su reproducción total o parcial sin el permiso expreso de los autores***

19 noviembre 2006

CAR-ta


****Titolina****

Sí, es una gran mierda ser tan odiosamente profunda. Caminas sin ver nada claro, sólo montañas y montañas de algo parecido a sentimientos, que te envuelven y te ahogan bastantes veces al día, que te dejan hecha una fiera o un Ecce Homo según la posición y la cadencia del sol en un zapato que, casualmente, no sabe caminar en línea recta.

Realmente, es lícito caminar sobre las aguas y asentir con la cabeza bien alta que todo en tu vida está regido por un dedo gordo que nunca está normal, siempre tiene frío o calor, pero nunca se conforma con estar unido a los otros dedos y punto. Admiro a las personas que no se plantean si se oye mucho fuera cada encuentro de cada sinapsis de cada neurona que se ríe de la otra neurona que no ha conseguido metamorfosear un pensamiento fugaz como los ocho minutos de un atardecer en mis rodillas haciéndose cosquillas y una foto que nunca será esa foto que espero guardar en un recuerdo para posteriormente envolverlo en algún papel de regalo bonito, ponerle un lazo y dárselo (qué bonita palabra) a alguien que, sorprendido, finge normalidad mientras se pregunta para qué coño le he regalado yo eso si lo realmente útil hubiese sido un reloj, y, como si nada coge mi recuerdo y lo coloca en la salita encima de la mesita y le limpia el polvo algún día, generalmente el domingo o cuando vienen las visitas que preguntan para qué tiene un recuerdo en la salita encima de la mesita un poco rota por la esquina y responde que en realidad esperaba un reloj mucho mejor que un recuerdo que se marchita a veces por la distancia, a veces porque intimida una caricia más que un vagón de tren descarrilado que no ve nada en claro como tú después de leer esta sucesión de palabras que digo sin apenas respirar y al mismo tiempo transcribo como puedo antes de que mi falta de atención me lo olvide y tu falta de interés de carácter lógico debido a la incoherencia deje de leerlo.

Me encantaría poder dejar de ser yo por un minuto, o que todos los demás se volviesen chás, y que entendiesen la vida bajo mi prisma y que viesen, que por más que lo intente, no sé muy bien cómo vivir en este mundo, y ahí voy, tropezándome por los pasillos, intentando pasar por un filtro o incluso ocultar todo lo que percibo porque, insisto, no es bueno tanto exceso de información.
Entre estos pensamientos tontos me devaneo, hasta que me viene a la cabeza otro de mis pensamientos tontos, el de una historia de un etcétera que encierra tantas cosas buenas que no caben que no caben que no caben… y vienes a mi memoria y llego a la conclusión de que lo genial ahora mismo sería verte comer un pincho de la mano hasta el codo, y que cada vez que mastiques se vayan cerrando cada una de mis cicatrices, especialmente esta del brazo tonto y la de tener lejos a quien tú tienes cerca, con la vida haciéndonos creer que somos un baremo, una en el grado cero, la otra en el diez, y una criatura moviéndose de un grado a otro, sin multigrado, filtro o alguna otra solución esquemática para pararse en algún punto claro.

Escribo tan mal y tan espesa que mi verborreica se torna latente en fase aguda, sólo para que nadie lea esto, ni tú misma, que todos se cansen a la mitad del primer párrafo y se echen a dormir en un pasado que pasamos por error dentro de un cómic en nuestra cabeza…

Y siempre la misma cantinela. Deberías estar aquí ahora mismo para darme una nariz de payaso que me haga callar. Acabo esta carta con el firme deseo de que mañana no recuerde lo ridícula que resulto cuando mis pupilas necesitan una traducción simultanea para creer lo que ven en este mundo.

Diles, por favor, que me dejen vivir en b612 y que se callen. Que yo, lo único que saqué claro de mis delirios del hospital, es que si fusionas a Nuria Masferrer con Miriam te sale Pipi Calzaslargas, y como prueba fehaciente de ello te enseño una foto de Pipi Calzaslargas, hasta que, cosas del destino, conozcas alguna vez a las otras dos y te rías de todo esto.

Así que, en resumidas cuentas, sólo te escribo esta carta para que te rías en un futuro de los parecidos razonables de dos personas con Pipi, a quien, curiosamente, mi madre conoció una tarde surrealista en Benidorm…

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2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Me gusta lo que escribes,en las palabras se puede ver mucha verdad y sentimiento.
¡No estes triste!

Muchos besitos!!

4:01 a. m.  
Blogger chá said...

gracias Mimi, siempre estás por ahí...

un beso significativamente grande...

chá-.

12:37 p. m.  

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